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Un cuento para que tus peques no desordenen todo

Era tan, pero tan desordenada que a veces mezclaba las letras de las palarbas.

Mezclaba los números y por eso cada tres por dos llegaba tarde.

Cuando fue a comprar un reloj, se hizo amiga del relojero.

Desde ese día el relojero la ayuda todos los días para ordenar su vida.

Ahora cada segundo está en su minuto. Cada letra en su palabra. Y cada cosa en su lugar.